En Coaching se debe distinguir entre una sesión y un proceso.
Un proceso consta de aproximadamente 6 sesiones, pudiendo reducirse a 4, o alargarse a 8, dependiendo del grado cumplimiento de los objetivos que planteaba inicialmente el coachee o si surgen nuevos durante el proceso.
En la primera sesión, se dedica una parte para generar contexto, es decir, establecer el marco en el cual se van a desarrollar las sesiones. También se aprovecha para explicar lo que es el coaching (y lo que no), dejar claro el carácter confidencial de las sesiones, la forma de pago, y cualquier cuestión que quiera plantear el coachee. Esta parte de contexto es crucial para que se genere un entorno de confianza entre el coach y el coachee, y así las sesiones.
También en la primera sesión se determinará cuál es el objetivo final del proceso. Éste objetivo podrá ser modificado durante el proceso, y muy probablemente se concrete en objetivos más acotados en cada sesión del proceso.
Al final del proceso, se empleará un tiempo para hacer un resumen de los aprendizajes que ha incorporado el coachee, ampliando la mirada a las nuevas posibilidades que se le abrirán al coachee.
El Coaching está experimentado una gran acogida entre los clientes, entre otras cosas, porque los procesos no son largos (no deberían durar más de dos meses), y está muy enfocado en resultados concretos, alcanzables y medibles.